por Ramón del Buey ///
La tentativa original del Marvellous Transatlantic – quizá como lo que sucede con la mayoría de los proyectos de improvisación libre – no era ninguna otra más que colaborar para hacer música o, si se quiere, crear y fortalecer una comunidad a partir de ella. Se trata, en todo caso, de un trabajo cuyo funcionamiento fue relativamente sencillo: distintos músicos radicados en la Ciudad de México grabamos pistas y las cargamos en la red para que otros músicos, principalmente europeos, las descargaran y las modificaran; este procedimiento se realizó también de manera inversa y se repitió las veces que fue preciso para obtener un material suficiente y de buena calidad.
Ahora bien, las necesidades que surgieron de estas particulares condiciones, resultaron ser, por supuesto, no menos sui generis. A raíz de que tuvimos que incorporar prácticas como la edición y el esbozo de guías generales para intervenir algunas de las piezas, los distintos ámbitos en los que la música improvisada y la compuesta se desempeñan, al final terminaron por complementarse. Lo que sucedió fue que la música misma iba presentando problemas que en un inicio no tenían una solución evidente, de tal suerte que, lo que en retrospectiva podría haberse entendido como la apertura a nuevas posibilidades y el consecuente aumento de recursos, en la realidad se manifestó simplemente como una necesidad –y esto, aprovechando los dos sentidos del término, es decir, como precariedad y como coerción–. En «παντόθεν ἀμβολάδην», por poner algunos de los ejemplos más extremos, hicimos una especie de orquesta de cuerdas a partir de las incontables grabaciones de sólo tres de nosotros; reutilizamos materiales que habíamos dejado de lado en otros proyectos porque sabíamos que podían lograr que «Palabras» marchara mejor; aprovechamos y procesamos varias grabaciones de campo recopiladas desde hace por lo menos un par de años para «Ein historischer Fehler»; en algunas ocasiones, tal como ocurrió con «Yoga gegen Nikotin», dejamos incluso que el azar sugiriera posibles vías para sortear los escollos que ofrecía la un poco letal combinación entre un material homogéneo y una larga duración; finalmente, el «Cuarteto» terminó como una especie de palimpsesto en el que la grabación inicial se eliminó por completo.
Desde que se propuso este trabajo intentamos establecer un espacio en el que las restricciones fueran mínimas con el propósito de propiciar la creatividad. Creo que, a pesar de la premura y las dificultades, fuimos capaces asimilar y reelaborar con éxito las diferentes propuestas de cada uno de los participantes. Tratamos, en fin, de producir un álbum que mantuviera una variedad casi asegurada de antemano por la intervención de músicos tan distintos, procurando, sin embargo, articularla con un sentido de unidad y de dirección.
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A bordo del Marvellous Transatlantic estuvieron Carlos Alegre, Alexander Bruck, Darío Bernal Villegas, Ramón del Buey, Thanos Chrysakis, Francesco Dillon, Laura Hyland, Sebastian Lexer, Xavier Lopez, Misha Marks, Wade Matthews, James O’Sullivan, Natalia Pérez Turner, Carlos Sandoval, Wilfrido Terrazas, Daphne Vicente Sandoval, Artur Vidal, Fernando Vigueras, Riccardo Wanke y Lawrence Williams.
El disco producido por la Generación Espontánea aparecerá en otoño de 2013 con el apoyo del FONCA bajo el sello Ápice.
